- por CIPA Chile
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La Plasticultura: soporte tecnológico de la agricultura en el siglo XXI
La pandemia del COVID 19 o coronavirus ha sido uno de los mayores desafíos para la humanidad en el siglo XXI, con un efecto disruptivo en la vida y en las actividades económicas y sociales de miles de millones de seres humanos, desde el 2020 hasta el 2023. Así quedaron en nuestra memoria los recuerdos de ciudades desiertas, actividades sociales prohibidas, comercios cerrados, industrias casi paralizadas, hospitales colapsados. Sin embargo, la agricultura fue una de las actividades que no se paralizó, lo que salvó a la humanidad de una crisis aún peor, que hubiera sido una hambruna global.
Uno de los sustentos de la agricultura en esa etapa tan crítica de la epidemia del COVID 19 fue la plasticultura. Y podemos afirmar que la agricultura derrotó a la pandemia apoyada en la plasticultura. Y el uso de los plásticos agrícolas no decreció durante la pandemia. Más bien, la demanda de comida saludable, fundamentada en hortalizas y frutas, creció notablemente en esos años de cuarentenas forzosas a nivel mundial, ya que los agricultores siguieron produciendo en los invernaderos y en el resto de los cultivos protegidos por toda la Tierra.
¿Qué nuevos desafíos le esperan a la agricultura en este siglo XXI?
Podemos resumirlos en siete: Cambio climático, Agricultura con menos agroquímicos, Escasez hídrica, Aumento de la población mundial, Disminución de las tierras cultivables, Disminución de la mano de obra agrícola, Desarrollo de agricultura sostenible. La respuesta a esos enormes desafíos es la plasticultura.
En función de los desafíos anteriores, un interesante estudio de la publicación El Economista de México, realizada en 2023, la “Agricultura sostenible, el futuro para América Latina” presenta cuatro grandes conclusiones: 1. La producción agrícola debe aumentar alrededor del 50% para 2050 con prácticas de agricultura sostenible. 2. El abastecimiento de los productos básicos en un gran reto, junto a las políticas públicas que buscan la autosuficiencia. 3. Mejorar el ingreso de los productores agrícolas, otro desafío para derrotar a la pobreza rural. 4. Cambiar la agricultura de contrastes, donde la brecha es mayor entre agricultores de primer nivel y agricultores tradicionales. Si pensamos en estos grandes desafíos de sostenibilidad agrícola vemos que la plasticultura es de nuevo la respuesta, con relación al aumento de la producción agrícola para alimentar a 10.000 millones de personas en 2050; con el abastecimiento de productos básicos en hortalizas y frutas; con mejorar el ingreso de los productores agrícolas más pequeños y acabar con la pobreza rural y con reducir la brecha tecnológica entre los productores agrícolas de primer nivel y los agricultores tradicionales.
Pero el cambio climático es el desafío más grande para la Plasticultura en el siglo XXI en 5 grandes ámbitos: sequías, heladas, granizo, plagas y tormentas, que en estos tiempos afectan en toda la faz de la Tierra con grandes daños. La solución pasa por sistemas de riego con tecnología de punta, protección de frutales con techos más resistentes y selectivos a la radiación IR y la luz PAR, uso de plásticos inteligentes frente a los cambios de temperatura y otros aportes más. Pero, por otra parte, la Plasticultura tiene también sus propios desafíos: residuos plásticos que quedan en los cultivos, quemas de agroplásticos en los campos, residuos de plásticos en las fuentes de agua y microplásticos en los campos.
Los países con mayor desarrollo en cultivos protegidos con techos de invernaderos, maxitúneles, minitúneles, casas sombra y viveros en Latinoamérica, que ocupan el top ten son: México (46.500 ha), Brasil (38.300 ha), Colombia (9.200 ha), Argentina (8.100 ha), Chile (7.000 ha), Ecuador (5.100 ha), Perú (2.000 ha), Costa Rica (1.400 ha), República Dominicana (1.200 ha) y Uruguay (900 ha). A nivel mundial lidera la plasticultura China, con casi 4 millones de ha de cultivos protegidos y 20 millones de ha con film para acolchado o mulch.
A finales de 2021 la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) publicó un informe histórico donde se evaluaba el aporte de los plásticos en la agricultura, y se calculaba en 12,5 millones de t/año la cantidad de plásticos utilizados en la producción vegetal y animal en toda la Tierra, junto con 37,3 millones de t/año en envases para contener alimentos. La FAO reconoció el gran beneficio de los agroplásticos para la agricultura moderna, mejorando la productividad, extendiendo las temporadas de crecimiento, reduciendo el uso de agroquímicos y agua, mejorando la absorción de nutrientes y ayudando a los agricultores a adaptarse al cambio climático. Pero también se destacó que solo una pequeña fracción de los plásticos agrícolas se recoge y recicla, porque la mayoría se recoge y entierra, se quema en los campos o llegan a las fuentes de agua, ocasionando efectos negativos para el medioambiente, la salud del suelo, la biodiversidad y la salud humana. Así que a partir del año 2022 se comenzó con una discusión, a escala global, de las bases para la implementación de un Código de Conducta Voluntario para el manejo de los agroplásticos en toda la Tierra. Un paso muy importante para llegar a la sostenibilidad de la agricultura con el uso de los mejores agroplásticos.
Los problemas para una buena disposición de los residuos de agroplásticos están conduciendo al uso de nuevos materiales biodegradables y compostables, como una alternativa a los plásticos de origen fósil en varias aplicaciones, como el acolchado; sin embargo, se debe continuar innovando para mejorar su calidad y hacerlos más competitivos, con apoyo de nuevas políticas públicas. Y, por otra parte, los desechos de los agroplásticos deben incorporarse a la economía circular, por lo cual se debe trabajar con urgencia en el tema del reciclaje, con la ayuda de nuevas tecnologías, para lograr la trazabilidad del proceso, como la agrónica, Big Data y la IA.