La Economía Circular y el desarrollo de nuevos productos reciclados
Yanina Saravia Montero, Ingeniero de Desarrollo, Gestión Tecnológica y Asistencia Técnica en Polímeros, GT-ATP CIPA
Recordando un poco el pasado, la revolución industrial, desde mediados del siglo XVIII, dio inició al mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la historia de la humanidad, dando origen a las llamadas sociedades industriales, que se refiere a sociedades que cuentan con una estructura social moderna, caracterizada por un gran consumo de energía, grandes avances tecnológicos a una velocidad significativa, un gran desarrollo urbano e industrial. Estos cambios, que se dieron al comienzo en las sociedades de Europa y Estados Unidos, trajeron aumentos en la producción y la productividad, innovación tecnológica, cambios culturales, aumento de la población, crecimiento económico y también un aumento en el consumo de bienes, que se extendió al resto del mundo.
Entonces se comenzó a hablar de una cultura consumista, que llevó a las personas a adquirir cada vez más bienes en forma constante, reemplazando los antiguos o los dañados por artículos nuevos, desechándolos y convirtiéndolos en basura. La cultura del consumismo condujo a la llamada economía lineal, que se resume en la siguiente figura:
Este modelo de economía lineal, si bien, generó un crecimiento económico rápido y constante, ocasionó un consumo, sin precedentes, tanto de energía, recursos naturales, así como de bienes y productos, y se caracteriza también por ser un modelo que descuida el medioambiente (huella ambiental) y que contribuye a un aumento de emisiones de dióxido de carbono (CO₂) y otros gases de efecto invernadero (GEI), ya que se prioriza el beneficio económico por encima de la sostenibilidad.
Según un destacado grupo de investigadores, “el cambio climático es una de las mayores amenazas para la vida en el planeta. Pero el motor para la diminución de la biodiversidad es el “consumo desenfrenado” por parte del ser humano” (Barret et al.,2018).
Los productos consumidos y descartados, se han transformado en desechos, que actualmente son llamados residuos sólidos, tanto industriales (RSI) como los domiciliarios (RSD). Estos últimos son generados por las personas, por nosotros, en bolsas de basura fuera de nuestros hogares en días y horarios determinados, de esta forma el camión recolector municipal de nuestra comuna los recoge y los transporta hacia los “rellenos sanitarios”, lugar físico destinado para contener nuestros RSD de forma segura, según normativas existentes. Pero este sistema de gestión lleva directamente a una pérdida de muchos recursos, tanto orgánicos como reciclables que, en lugar de ser enterrados por cientos de años, podrían ser reaprovechados, reciclados y valorizados como materia prima para fabricar nuevos productos a partir de esos residuos.
Este modelo de economía lineal no es sustentable en el tiempo, ya que los recursos naturales utilizados para la producción de bienes y productos son limitados. Esto va llevar, sin lugar a dudas, a un agotamiento de los recursos naturales en muy poco tiempo y a una cantidad enorme de RSD, que será imposible de digerir por la Tierra, si no existe un cambio de modelo económico urgente. Observando estas circunstancias, entre los años 1970 y 1980, el famoso arquitecto y defensor de la sustentabilidad, el suizo Walter R. Stahel, introdujo el término “economía de bucle cerrado circular” para explicar un nuevo modelo económico en el cual los productos, materiales y recursos se pueden utilizar de forma más eficiente y mantenerse en la economía el mayor tiempo posible, logrando así reducir los residuos y la necesidad de utilizar nuevos recursos. Stahel, junto con otros investigadores, argumentaron sobre la importancia de los conceptos de la reutilización, reparación, reciclaje y remanufactura de productos, como estrategias clave para avanzar hacia una economía más sostenible y sustentable, surgiendo entonces el concepto de Economía Circular.
Desde entonces, se ha visto a la economía circular como un nuevo modelo de producción y consumo más sostenible, que considera el reaprovechamiento de las materias primas, intentado generar menos residuos, reduciendo la entrada de nuevos materiales que puedan generar la producción de desechos de origen virgen.
“Por definición, la economía circular es reparadora y regenerativa, y pretende conseguir que los productos, componentes y recursos en general mantengan su utilidad y valor en todo momento. Este concepto distingue entre ciclos técnicos y biológicos. La economía consiste en un ciclo continuo de desarrollo positivo que conserva y mejora el capital natural, optimiza el uso de los recursos y minimiza los riesgos del sistema al gestionar una cantidad finita de existencias y unos flujos renovables. Además, funciona de forma eficaz en todo tipo de escala” (Ellen MacArthur Foundation, 2017).
Los principios esenciales en los que se basa la economía circular son:
Reducir: se refiere a la reducción del consumo de productos de un solo uso, es decir todos aquellos que se comprar y se consumen. Un ejemplo claro es, si existe un consumo de 1,5 litros de una bebida, en vez de comprar 3 botellas de 500 ml, es mejor comprar una botella de 1500 ml y rellenar una botella reutilizable.
Reutilizar: Al utilizar este concepto, se refiere a volver a utilizar las cosas, brindando un mayor uso posible antes de que sean desechados de forma definitiva. Significa el uso de residuos o algunas partes de ellos, que aún pueden funcionar, y utilizarlos para la fabricación de nuevos productos. Un ejemplo es utilizar los pallets de madera en desuso para construir mobiliario.
Reciclar: someter un material ya utilizado a un proceso de producción y que sirva como materia prima para generar nuevos productos. Un ejemplo sería el uso de cajas de plástico para transporte de frutas en desuso, y luego de su uso, a través de procesos de transformación del plástico, reciclarlo para la generación de nuevas cajas o como materias primas para la fabricación de otros productos.
Este modelo a diferencia de la economía lineal, considera el final de un envase o producto como un nuevo comienzo y un reinicio del ciclo. Entre sus características se destacan principalmente: la reutilización de recursos (materias primas y productos), disminución de residuos y un mejor aprovechamiento de los materiales. Entre los beneficios más importantes se tienen que, se puede alcanzar una mayor rentabilidad empresarial, generación de mayor competitividad de las empresas, más generación de ideas innovadoras y desarrollos de nuevos productos a partir de materia prima reciclada.
Por lo expuesto anteriormente, la gran diferencia entre los dos modelos es que la Economía Circular no descarta los productos al finalizar su vida útil, como es en el caso de la Economía Lineal, sino que los utiliza para un nuevo ciclo productivo como insumo o materia prima para la generación de nuevos productos. A raíz de este nuevo concepto, surgieron las llamadas Empresas B, que se destacan por ser gestores de cambios para apoyar soluciones sobre problemáticas sociales y ambientales utilizando mediciones de impacto, tomando los compromisos personales, institucionales y legales para la toma de decisiones en términos de la comunidad y el medio ambiente. Tanto la economía circular como las Empresas B fomentan lo importante de utilizar la regla de las 3R (reducir, reutilizar y reciclar) durante el proceso de producción de las industrias.
Uno de los casos de éxito con Empresas B reconocidas en el mercado internacional, que ha trabajado con el Centro de Investigación de Polímeros Avanzados (CIPA), es BUREO, que tiene su planta de reciclaje en Talcahuano, Región del Biobío, que fue fundada en 2013 por tres jóvenes estadounidenses preocupados por la polución en los océanos y los daños al medio ambiente causados por la mala gestión de los plásticos. Esta empresa recicla redes de pesca en desuso con la marca NetPlus, como materia prima para la fabricación de parkas, shorts, lentes de sol, jockeys y otros artículos, logrando para el año 2022 el reciclaje de más de 2.400 toneladas de redes de pesca en desuso en Chile.
En 2022, BUREO junto con el World Wildlife Fund (WWF), en la búsqueda de nuevos desarrollos y aplicaciones de los materiales plásticos reciclados desde los océanos, le encargaron a CIPA la fabricación de palmetas utilizando redes de pesca de nailon recicladas, para ser aplicadas como revestimientos para bodegas en comunidades de pescadores en Chile. CIPA, a través de su empresa de servicios técnicos, Gestión Tecnológica y Asistencia Técnica en Polímeros (GT-ATP), trabajó en la extensión del ciclo de vida de las redes de pesca en desuso y las transformó en un revestimiento, a través de las siguientes etapas:
- Acondicionamiento de la materia prima: las redes de pesca fueron sometidas a procesos de secado y molienda para lograr tamaños y porcentajes de humedad adecuados para su posterior procesamiento y transformación.
- Fabricación de palmetas: por medio de procesos de transformación del plástico y manejo de las condiciones de procesamiento (temperatura, presión, torque, etc.) las redes de pesca se transformaron en palmetas.
- Fabricación de revestimiento tipos teja: utilizado máquinas de corte especializadas, las palmetas se convirtieron en tejas decorativas, que provienen de material 100% reciclado del mar.
El Centro de Investigación de Polímeros Avanzados (CIPA), por medio de su empresa de servicios técnicos, Gestión Tecnológica y Asistencia Técnica en Polímeros (GT-ATP), está en capacidad de evaluar la posible transformación de distintos residuos plásticos, de origen industrial, realizando pruebas analíticas para su caracterización (DSC, TGA, FTIR, MFI, entre otras). En su Planta Piloto y con ayuda de equipamiento para la transformación de los materiales plásticos reciclados, es posible desarrollar productos mínimos viables (PMV), para su escalamiento industrial y validarlos técnicamente por medio de ensayos físicos y mecánicas, según normativas ASTM, ISO y otras, para generar fichas técnicas de los nuevos productos desarrollados. Cabe destacar GT-ATP figura en el catálogo de CORFO como Entidad Colaboradora para apoyar el desarrollo de nuevos e innovadores proyectos a partir del reciclaje y aplicando conceptos como la Economía Circular.
Desde CIPA, les invitamos a comunicarse con nuestros expertos en el reciclaje de plásticos, madera, cauchos, materiales biobasados, y economía circular que con agrado le atenderán por los correos contacto@cipachile.cl; contacto@gt-atp.cl o también por la página web de www.cipachile.cl.